La serenidad forma parte del ser humano. Es uno de sus componentes esenciales, por así decirlo. No es algo que se deba adquirir u obtener del exterior. Es una capacidad natural que todos los seres humanos llevan dentro y, por tanto, no ha de adquirirse, sino recuperarse. La serenidad le otorga al ser humano un estado de equilibrio natural que muy raras veces puede obtener de otra fuente. La serenidad no puede obtenerse del lujo, de las adquisiciones, de otras personas, de los animales o de las plantas. Ni siquiera de una terapia. La serenidad es algo inherente al individuo.
La serenidad que se obtiene del exterior de uno mismo se pierde fácilmente, porque es efímera y no tiene raíces. En cambio, la serenidad recuperada, aquella a la que ustedes pueden acceder haciendo una auténtica introspección, crece con gran facilidad en sus corazones y se expande.
Sin serenidad no hay crecimiento espiritual, tal como ustedes entienden este crecimiento. Puede haber un aprendizaje, un camino recorrido, pero no un crecimiento, porque la serenidad es el estado de ánimo necesario para que se produzca el entendimiento. Si ustedes no entienden el motivo de lo que les ha sucedido desde el fondo de sus corazones, en perfecto estado de equilibrio y serenidad, la lección se pierde, se evapora. No ocupa un lugar en sus mentes ni en sus corazones. En definitiva, no ha servido. La experiencia tendrá que volver a producirse hasta que llegue a ustedes el auténtico entendimiento.
La serenidad parte de uno mismo. Esta es la primera enseñanza que la ciudad de Telos quiere transmitirles hoy. Lo repetimos porque, aunque parezca simple, es una realidad que a ustedes les cuesta llevar a la práctica.
Ningún camino firme puede construirse sin la base de esta serenidad interna y genuina. Sean conscientes, pues, de su importancia y practiquen la serenidad en sus vidas todos los días. Conecten con el silencio interior antes de tomar cualquier decisión importante. Súmense a la elevada vibración que su ser ya conoce desde antiguo y que se expande en ustedes cuando encuentran la serenidad en su interior y la disfrutan.
Disfruten la serenidad, experiméntenla en sus vidas y sean conscientes mientras lo hacen del enorme poder que encierra un acto tan simple como el de inspirar tres veces, recuperar el silencio interior y pronunciar las afamadas palabras que invocan al ser:
YO SOY.
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